Barcelona ha sido la ciudad elegida para montar un salón cargado de sorpresas y dedicado a un público tan amplio como extraño. Entre frikis, nostálgicos y amantes de las viñetas, el Salón del Cómic ha vuelto a reventar todos los récords previstos antes de su nuevo arranque anual.
Y es que son 36 años que lleva a la zaga este evento para no apartar la mirada de los temas más actuales, los dibujantes más prestigiosos y los guionistas más imaginativos.
En un mundo donde los teléfonos inteligentes, las tablets y los ordenadores portátiles siempre conectados a la red, podría uno pensar que el cómic pasaría a mejor vida, siendo enterrado entre los interminables caminos del ciberespacio, donde casi todo viene en formato de video, donde los libros se digitalizan y en apenas un ebook de categoría baja, caben 10.000 libros. Competidores, como los video-juegos, harían temblar a los dibujantes más aclamados de un mundo que lleva décadas, primero sobreviviendo en tiras de periódicos, luego en su época dorada en los años ochenta, para finalmente instalarse en un presente muy estable.
Los “tebeos”, son y serán para todos los públicos. Desde que irrumpiera el fenómeno manga en nuestro país, una bocanada de oxígeno se instaló permanentemente en las editoriales, augurando unas ventas prometedoras, que no dejan de dar beneficios a todo el que apuesta por las colecciones más largas y disparatadas. Donde en Japón, todo lo que lleve una viñeta se vende a un público de todas las edades, en España, cuesta más.
Muchas series de las plataformas digitales más famosas del planeta ya están haciendo caja a base de calcar en sus argumentos, las historias de muchos cómics que llevan años vendiéndose. Sírvase de ejemplo, “The Walking Dead”, Jessica Jones, Daredevil o Arrow, por poner algunas, entre las decenas de series que existen en la actualidad. Tampoco deberíamos olvidarnos de la gigante Marvel, donde no solo las series son el puente que les está dando otra dimensión, sino que el cine en todo su esplendor, recauda grandes sumas de dinero, matando dos pájaros de un tiro. Uno el de dar a conocer a los personajes de sus colecciones y otro, hacer películas de altísimos presupuestos, donde el espectador quedará atrapado en la butaca, admirando como los superhéroes se las tienen entre ellos.
Por eso y por mucho más, este Salón merece la pena visitarlo, porque de una manera directa o indirectamente, casi todo el mundo acaba tocado por la magia de mundos inventados.
Como cada año, miles de fieles, hacen largas colas para conseguir el autógrafo de su autor preferido. Este sábado, en especial, mencionar al gran dibujante Fco Ibáñez, que pese a sus ochenta años, sigue regalando sonrisas entre sus firmas a un público deseoso por conocer en persona al inventor de nuestros queridos Mortadelo y Filemón, 13 rue el percebe o Rompetechos. Sus obras han llenado de carcajadas miles de hogares, cuando apenas contábamos con dos canales de televisión.
En otros puestos del salón, andaban dibujantes tan famosos como Alan Moore, creador de V de Vendetta o Watchmen, que a cada dibujo y firma, pedía dinero que iba metiendo en un neceser (algo chocante bajo mi opinión).
Para los más puestos en el tema o para los más melancólicos, podrán encontrar los cómics bajo estandarte español, como CIMOC, Zona 84, Creppy o El Vívora. Para los más entendidos, puede que los grandes Makokis, siendo joyas difíciles de encontrar, tengan su lugar en cualquier tienda que se atreva a revenderlos. Nuestros padres e incluso vuestros abuelos, harán una mirada a su infancia, cuando vean al Capitán Trueno o a El Jabato, cabalgando en colecciones muy especiales y cotizadas.
Todo el mundo encuentra su momento en el Salón del Cómic de Barcelona. Por supuesto que habrá que esperar un año más para asistir de nuevo. Éste era mi primera vez, pero ya estoy deseoso que llegue otro evento que me haga viajar al pasado, a mi infancia y recordar las tardes que llegué a pasar siendo un niño, viajando por los mundos de Conan, riéndome con las travesuras de Zipi y Zape o tronchándome con las locuras de mis favoritos Mortadelo y Filemón.
Síguenos en nuestro rincón de pensar