Estar en una calle de Gión, envuelto por las silenciosas calles de madera y encontrarte con un salón de Pachinko, rompe con todos tus estereotipos de encontrarte con una Geisha. El escandaloso ruido que emiten, quiebran cualquier intentona de huida hacia un tranquilo paseo. Pero esto es Japón, y una cosa no puede venir sin la otra. Sus contrastados ambientes modernos y consumistas, se mezclan con los más tradicionales y típicos lugares de postal , en una extraña pero agradable simbiosis. Puedes estar maravillándote de la tranquilidad en uno de sus preciosos parques al son de las incansables chicharras y a escasos metros, darte de frente con un gran centro comercial. Si algo caracteriza a Kioto es que posee todo lo que uno espera de Japón.
Las máquinas de Pachinko, las encontramos por todo el país, pero la primera impresión es impactante. Estos salones generan el doble de beneficio que todo el juego en Estados Unidos. Debemos tener presente que incluimos Las Vegas. Sus ganancias son tan descomunales que equivalen al producto interno bruto de Israel.
La ludopatía hace estragos entre todas las edades, pero no llegan a tener una conciencia tan clara de esta adicción porque los premios no son dinero, sino artículos que el mismo salón de juegos canjea. El Gobierno prohíbe recibir dinero en las ganancias de juegos, aunque estos artículos luego los cambien por dinero fuera del establecimiento en tiendas especializadas.
Cómo ya sabemos, hecha la ley, hecha la trampa.
Mis consejos:
*No debes dejar la oportunidad de visitar estos lugares. A mí me impresionaron mucho.
*Cuidado con fotografiar estos salones. Está totalmente prohibido.