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Descubre cómo ir, qué ver y donde dormir de Hiroshima, para sacarle provecho a esta ciudad a menudo inadvertida por el viajero pero un esencial para hurgar en la reciente historia de Japón.

Atrás quedaban los días en los que Kioto nos había regalado momentos inolvidables. Es un hecho que la gran ciudad, es un auténtico imprescindible de Japón, pero el viaje continuaba y me esperaban todavía más sorpresas.

¿CÓMO IR A HIROSHIMA?

Después de haber validado mi Japan Rail Pass y activarlo lo más tarde posible para que me durara 21 días, hice una previa reserva sin coste alguno,  en la estación de Kioto para no ir de pie, previendo que las plazas irían bastante ocupadas. No me equivoqué.

El tren no era directo. Recordemos que el Jappan Rail Pass no te da acceso a todo lo que quieras y quedan exentos los Nozomi, y las líneas privadas ferroviarias. De todas maneras, si vamos con nuestro pase JRP, el tren dirección Hiroshima puede salir de Osaka y sólo podremos coger uno directo dese Kioto a Hiroshima si cogemos el  Sakura, aunque puede que haga una breve parada en Kobe. Todo es mirarlo con calma en la web y elegir lo que mejor nos venga.   El trayecto entre las dos ciudades (Kioto-Osaka) de apenas 13 minutos, nos da acceso a un tren bala que nos pone rumbo a Hiroshima en tan solo 110 minutos recorriendo nada más y nada menos que 380 kilómetros  en total sumando nuestra salida desde el origen.

Como primera curiosidad en mi primer pulso a los trenes, he de decir que me sorprendió muchísimo, siendo un país tan prohibitivo, que el Shinkansen Hiroshima, tuviera sala de fumadores. Por supuesto, las máquinas expendedoras de bebidas frescas y calientes, estaban presentes en todo momento y en cualquier lugar inimaginable ¿Pero en un tren?

Las otras curiosidades fueron llegando a medida que iba cogiendo otros trenes a otros destinos durante mi travesía, pero recuerdo que me resultó gracioso, como el revisor, a la antigua usanza,  miraba los billetes, cuando en otros lugares menos preparados tecnológicamente dan por sentado que no vas de gratis, debido a la dificultad de colarse.

Japón, exige al viajero que vaya preparado en todo momento con su pasaporte y su Japan Rail Pass. Pueden pedirlo en cualquier lugar dentro del perímetro ferroviario.

También resultaba chocante, como el educado revisor cada vez que entraba en un vagón, hacía una reverencia, que era repetida cuando salía dando un giro de 180 grados con un arte nato en los japoneses. (¡¡¡¡ qué estrés!!!!).

¿PERO REALMENTE VALE LA PENA VISITAR HIROSHIMA?

Respuesta corta. NO. Respuesta larga. POR SUPUESTO, si el tiempo está a nuestro favor y no sacrificamos los días que tengamos en Kioto o Tokio.

Hay que tener muy claro que Japón es un país extenso, con rincones sorprendentes y ciudades tan distintas entre ellas que si no visitáramos Kobe, Hiroshima o Kanazawa, creeríamos que el país basa sus patrones arquitectónicos en grandes urbes de cemento con templos adosados en los rincones más variopintos.

Hiroshima es una ciudad nueva. No hay metro. Hay una red de tranvías que te deja ver la ciudad que te aguarda.

Yo lo que hice fue directamente desde la estación de trenes, fue coger el tranvía e ir lo más cerca que quedara la parada de mi hotel.

¿DONDE DORMIR?

Por supuesto el hospedaje lo cogí previamente por internet. A un precio de unos 25 Euros por persona, tuve una habitación doble con todas las comodidades y un buen desayuno.

De hecho el hotel sirvió para descansar y cobijarme de la lluvia intensa que cayó durante mis primeras horas de llegada.

Más información sobre el hotel: Hotel Hokke Club Hiroshima

¿BAÑOS TERMALES? TODA UNA COSTUMBRE DE JAPÓN

En el mismo hotel había una especie de Spa. Se ve que son tan típicos como los son las cafeterías en España y no iba a ser menos un hotel catalogado de tres estrellas.

Sus baños termales, conocidos como “Onsen”, son muy peculiares y tienen unas normas muy extrañas para tratarse de una sociedad altamente cerrada al extranjero.

Sin saberlo y llevado por una ignorancia apabullante me metí en bañador cuando allí no había nadie. Grave error. Por supuesto las mujeres entran por un lugar y los hombres por otro. No coinciden en ningún momento.

La desnudez no tiene los valores tan tajantes que andan por nuestras latitudes y los japoneses la ven como algo tan natural, que les ofende que tu bañador sucio pueda contaminar sus baños.

Por supuesto que me lo quité, pero ya estaba en el punto de mira de todos los presentes.

Es fundamental lavarse previamente antes de dejarte llevar por las cálidas aguas. No hay duchas, sino unos grifos que vas llenando para lavarte a ritmo lento. Un grifo más bajito, con manguera metálica sirve para las partes más pudientes.

Fue una experiencia grata aunque al principio la dirigí al fracaso por estar desinformado.

¿QUE VISITAR DE HIROSHIMA?

De grandes y pulcras avenidas, pasear no puede ser tan divertido como sus hermanas mayores, pero dejemos de juzgar por lo que no vemos.

El museo de la paz y el parque, ubicados en el mismo territorio, son de visita obligada.

De la misma manera que en Camboya hay que visitar los puntos clave del genocidio para concienciarnos que eso no puede volver a suceder, Hiroshima tiene ese espacio reservado en recuerdo de las víctimas de tan catastrófico evento, jamás olvidado por la humanidad.

La llama de la paz arde desde 1964 y sólo será apagada cuando en nuestro planeta se supriman definitivamente todo el armamento nuclear. Desgraciadamente creo personalmente que deberán gastarse mucho dinero en gasolina para mantener varios siglos esa chispa de la esperanza encendida.

Si nuestros horarios coinciden con el 6 de agosto, es imprescindible reservar con semanas de antelación. Hablamos del día más importante del año, donde miles de farolillos, emprenden un vuelo hacia el cielo, emulando las almas que se fueron esa misma fecha en el año 1945.

La visita al museo es muy dura. Allí podemos hacernos una idea de lo sucedido y lo que vino después de la gran explosión.

Las fotografías son de una rudeza que derrumba al más alegre turista. Pero si venimos a Hiroshima sabemos lo que vamos a encontrar.

Si continuamos la Avenida de la Paz, encontramos el edificio más conocido de todos. La Cúpula Genbaku (fotografía principal del post). Esta construcción destinada a la Exposición Comercial de la Prefectura de Hiroshima, fue el único edificio que quedó en pie después de la explosión. Medio siglo después en 1996 fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.

¿Qué sucedió y las secuelas de la bomba atómica?

¿Pero qué podemos hacer si decidimos visitar la ciudad por la noche?

Saliendo del parque, la ciudad a pasos lentos por sus dimensiones nos lleva a gigantescos centros comerciales que van enlazándose bajo pasillos iluminados y techados para poder consumir incluso en los días de lluvia.

Encantador no es, pero entretenido sí. La librerías de cómics manga, un clásico en el país deben ser visitadas seas o no fan de este género hecho cultura por muchos seguidores en el mundo. (Fotografía Izquierda).

Casi sin darme cuenta acabé en el barrio rojo de la ciudad, donde los clubs de señoritas se amontonaban en cada esquina. Los matones bien curtidos en los gimnasios cuidaban las misteriosas puertas que daban acceso a un mundo más oscuro que el de los centros comerciales.

Caros coches con gente bien vestida a menudo bajaban y eran tratados como reyes por la corte del sexo comprado. Una imagen contradictoria si tenemos en cuenta lo tímidos que suelen ser los japoneses.

Allí entre putas y chulos, andaban los buenos restaurantes donde los ciudadanos comen a un buen precio con una calidad mucho más que aceptable.

Mi elección fue un antro, dedicado al béisbol (deporte nacional, importado desde Estados Unidos durante su invasión), donde en las diversas televisiones jugaba el equipo de la ciudad una especie de campeonato nacional.

La comida, fue un pobre pececito que nadaba delante de mí. Yo ingenuamente miré la carta y pedí pescado, no intuyendo que sería la víctima que nadaba a sus anchas sin un mañana.

Sea como sea, Hiroshima es la entrada a la fabulosa Miyajima y eso lo hace aún mucho más apetecible de visitar y por qué no decirlo, de pasar una noche entre sus oscuros barrios donde la delincuencia nos parecerá cosa de niños. Porque señores, esto es Japón.