Se enviará la contraseña a tu correo electrónico.

Muchos viajeros, diezmados por el poco tiempo a menudo que tienen para hacer Islandia, encaran directamente la ruta hacia el Sur y luego regresan para hacer la incomparable y bella Península de Snaefellsnes, completando un fantástico viaje, totalmente viable en tan sólo una semana si apretamos un poquito, olvidando por completo el Este de Islandia.

Los blogs, son una fuente inagotable de información, pero todos, absolutamente todos los blogueros caemos irremediablemente en la subjetividad. Un viaje, suele ser de las cosas menos objetivas, con las que uno pueda lidiar. Si el Sur para muchos es lo mejor de Islandia, diré que el Norte y los Fiordos del Oeste, a mi modo de entender un viaje, ha sido lo más sorprendente y ¿por qué no decirlo? Mejor en todos los aspectos.

Servida la polémica de los defensores de Islandia Sur, en este artículo, hablaré del Este, pudiendo resultar un poco corto el artículo, no porqué tenga menos puntos de interés que el Sur, sencillamente fue debido a que iba muy encarado, con el tiempo justo, metiendo la directa para poder acabar el viaje con cierta tranquilidad y visitando con más calma, la zona más deseada por mi, desde que puse mis ojos en el país: los desconocidos Fiordos del Oeste.


EL ESTE Y SUS SECRETOS

Partamos de la base de mi anterior artículo sobre el Sur de Islandia. Hofn, es el último punto, donde los mapas lo señalan como Sur. Todas las rutas hacia el Este, parten de este soso pueblo, que no sólo servirá para que pernoctemos, tomemos fuerza, repostemos el vehículo y compremos víveres para ir tirando, sino que será un punto de inflexión, separando claramente la primera etapa del viaje de la segunda.

Disfrutar de la carretera a partir de este momento, parecerá complicado, después de haber recorrido el bonito Sur, el listón se nos antojará demasiado alto. El Este, cambia y no sólo un poco, sino que da un giro tan profundo, que el viaje toma otra dimensión.

Atrás quedarán los enormes volcanes cubiertos de tupidos mantos verdes, adornados con enormes cascadas y en sus bases, encantadoras granjas que dan ese toque de vida justo para saber que si ocurre algo, no estaremos solos.

En el Este, saliendo de Hofn, tan sólo hará falta un poco de intuición para ir dibujando nuestra propia ruta, pero algunos puntos deberíamos de tenerlos en cuenta, fácilmente escurridizos si no estamos atentos mientras conducimos.

Este artículo os ayudará a descubrir tanto los encantos del Este, aunque debo reconocer que entre todas las zonas, la del Norte es la más fascinante, tan loca y de paisajes tan imposibles de creer, que el viajero de lágrima fácil, acabará hecho añicos llorando en cada parada.


CONSEJOS PARA EMPEZAR EL ESTE

Como en los anteriores artículos, iré poniendo el orden de las cosas que yo visité y las que por cuestiones logística, lo intenté, pero no pude. Evidentemente, todos los puntos están puestos en el orden lógico de la carretera, evitando ponerlo por orden de relevancia, porque sería liar al viajero innecesariamente.

Mi mayor consejo es que os marquéis un objetivo lejano para pernoctar y poder ir disfrutando de esta maravillosa carretera. Entiendo que el Sur está lleno de bonitos caminos y que el Norte nos aguarda con paisajes sacados de otros planetas, pero el Este posee una de las carreteras costeras más impresionantes y salvajes de todo el continente.

Un buen punto para acabar la jornada y poder visitar los Fiordos del Este es el encantador pueblo de Seydisfjördur.

Mi conclusión después de haber hecho este trayecto,  es que no abandonéis la carretera principal 1 e id haciéndola con mucha calma, como mínimo hasta el pueblo de Reydarfjordur y allí coger dirección Egilsstadir donde veremos el desvío hasta Seydisfjördur.

Si conseguimos desde Hofn, completar este viaje de un día parando para hacer cientos de fotos, será una jornada inolvidable.

Otro consejo, es que andéis con ojo por esta zona. A parte de que los acantilados con caídas al mar, parecen perderse en un abismo, los vientos soplan fuerte y las puertas de los vehículos suelen ser arrancadas de cuajo si no somos cuidadosos y agarramos fuerte cada vez que salgamos a estirar las piernas o a tirar fotografías.


¿QUÉ NO PERDERNOS DEL ESTE?

Así que con todo esto dicho, vayamos allá y dejemos bien diferenciados los puntos que debemos hacer.

 

Stokksnes.  Un trocito de paraíso que debería tomarse con calma para disfrutarlo. Si diera la casualidad de poder hacerlo en un amanecer o atardecer de verano, sería perfecto para hacer las mejores fotografías del viaje.

Personalmente el limitado tiempo del que disponía, me impidió visitarlo como era debido y me quedó ese amargo sabor que nos queda a todos los viajeros cuando sabemos que algo no lo hemos hecho bien.

Tengamos en cuenta que si añadimos Stokksnes en nuestra agenda, podríamos perfectamente perder un día entero para poder disfrutar de sus playas negras, dunas y montañas. Se paga entrada (900 ISK p/p) pero merece la pena.

También cabe mencionar que podremos encontrar el Viking Kafe, recomendado por la afamada guía Lonely Planet, pero esto no deja de ser un complemento (cafetería) demasiado caro diría yo , por ver la simulación de una aldea vikinga con  posibilidad de degustar cafés desorbitadamente caros.

Localizar esta zona es muy fácil y está nada más dejar el pueblo de Hofn.

 

–  Conducir por la Costa por la Carretera 1. Esto se convertirá en el punto más importante que hacer durante esta jornada, ya que consiste en sentarse, poner buena música en el coche y dejarse llevar por la carretera que va hacia el Norte, quedándote el océano a mano derecha. Las vistas son tan imponentes, que iremos parando tantas veces, que marcarnos un tiempo para llegar a nuestro destino final, será un imposible.

Sería interesante marcar tres tipos de paisajes que iremos encontrando durante la ruta a medida que vamos subiendo desde el Sur, los tres totalmente distintos y cada uno con su belleza natural.

Lo primero que nos encontraremos dejando el parque de Stokkness, son montañas adornadas de cascadas. Como ya viene siendo típico, pero nunca repetitivo, los saltos de agua son de una belleza inexplicable. El segundo tramo y diría que el más largo es la mezcla de ese mar bravo, con rachas de viento capaces de arrancar cualquier osado árbol que decidiera echar raíces. No estaría de más, dejarnos llevar por los innumerables caminos que van apareciendo durante el trayecto y acabar conociendo unos rincones escondidos y mágicos, carentes de población, pero repleto de naturaleza.

Encontrar vuestro momento, vuestro lugar, no será nada difícil. El tercero es más llegando al destino final de nuestra jornada en el pueblo de ‎Seyðisfjörður. Antes de llegar a éste, gozaremos de unos fiordos suavizados en comparación con lo que nos encontraremos las siguientes jornadas, pero que nadie le va a quitar que merezcan la pena. Serpentear el litoral por la carretera en buscando cualquier fragmento de la Costa Este es toda una aventura.

 

-‎ Seyðisfjörður. Un pintoresco pueblo con casas del siglo XIX y que forma parte de esta ruta, donde poner punto final desde nuestro origen en Hofn. El lugar, no deja de ser curioso y encantador. Sus atractivas casitas de madera, su calle arcoíris y el paisaje que lo abraza, da cobijo a músicos, pintores y artesanos.  Es un punto clave para muchos viajeros, no sólo para repostar y recargar pilas a sus cuerpos después de tantos kilómetros al volante. También posee un par de interesantes restaurantes y bastantes hoteles u hostales. La calle principal, fácilmente visible por su colorida calzada, está animada por un par de buenos bares con buenas, aunque caras cervezas, que nos quitarán el estrés si es que cabe la posibilidad de estresarse en este apacible país.

Si vais en temporada alta (verano), el pueblecito puede convertirse en un hervidero de turistas adinerados que vienen en ferry desde Europa. Hay que evitar ir los miércoles, que es cuando desembarcan todos los viajeros.

El puerto de montaña que hay para acceder a Seyðisfjörður, es muy revirado, pero a medida que vamos subiendo, el horizonte se agranda y las vistas se pierden más allá de donde podamos ver.

 

-Skálanes. Un punto “fácilmente accesible”, desde Seyðisfjörður, en cuestión de distancia. Situado a 17 kilómetros, apenas a 32 minutos en coche. La zona es preciosa y los acantilados repletos de aves con unas vistas al Atlántico son dignas del esfuerzo. Pero ¿esfuerzo estando tan cerca de Seyðisfjörður? Si, y es que tengamos en cuenta que hay que vadear dos ríos. El primero es fácilmente accesible, pero el segundo resulta algo más complejo. No os preocupéis, se puede cruzar siempre que llevemos un coche alto, con tracción a las 4 ruedas (como yo recomiendo en mi primer artículo). La recompensa final, es disfrutar de un buen campamento y de un paisaje que colmará nuestra jornada, rozando la perfección.

 

-Cañón Stuðlagil. Último punto que visitamos en el Este y no sé si pertenece bien ya al Norte, pero los límites al final uno los pone donde quiere. Antes de partir hacia el Lago Myvatn, saliendo desde el pueblo de Seyðisfjörður, apenas a 100 kilómetros, a una hora y media de coche, encontramos una de las maravillas más sorprendentes de todo el país. Gracias a diversos blogs viajeros, pude descubrir tal lugar, ya que en las dos guías de viaje que llevaba ni lo mencionaban.

No es más que un pequeño pero bonito cañón con sus paredes talladas por la naturaleza en basalto. Las columnas hexagonales, rozan la perfección y no estaría de más seguir estos consejos para verlo bien y no dejarse engañar y ver solamente el mirador fácilmente accesible en coche indicado por google maps. La parte Este, está hecha con pasarelas de metal algo vertiginosas. Un camino fangoso, nos hace acceder de una manera muy precaria a unas vistas mucho más decentes que las del mirador, pero atentos porque el suelo es muy resbaladizo y los más valientes van sorteando la caída, llegando al lecho del río.

Mi propia experiencia  y la más acertada, es que nos vayamos a la parte Oeste, fácilmente accesible. Sólo hay que seguir el cañón dirección norte (quedándonos a mano derecha) y desviarnos a la derecha, hasta encontrar un puente de madera. Aquí, antes de cruzar dicho puente, podemos dejar el vehículo y andar unos seis kilómetros, o seguir con un 4×4, cruzando el puente hasta donde llegue la carretera donde podremos dejar nuestro coche en otro aparcamiento (improvisado). Desde este punto, en apenas media hora caminando llegaremos a las mejores vistas de este cañón y el acceso a la base es perfectamente práctico para todo tipo de personas. Las vistas son mucho mejores que desde las artificiales pasarelas situadas en el extremo Este.

Considero que añadirlo a la misma jornada visitando lo anterior es una locura, ya que necesitaremos unas tres horas como mínimo para disfrutarlo.

Debo añadir, que pese a no ser un top en las guías de viajes, si vais, os preguntaréis lo mismo que yo me pregunté ¿Cómo puede ser posible que pase desapercibido? Todo un IMPRESCINDIBLE.


CONCLUSIONES

En todos los puntos expuestos, sería recomendable dedicarles tres días. Vale. Soy consciente que el tiempo vuela y en Islandia más que en ningún lugar.

Podemos dividir los puntos mencionados anteriormente en dos jornadas y encima acabar llegando al Lago Myvatn. Eso sí, deberíamos sacrificar como mínimo un par de lugares.

La elección será tomada finalmente por vuestro instinto, pero si en algo puedo ayudar, dejaría en el aire Stokksnes, por coger uno, ya que su belleza no deja lugar a las dudas, pero debemos ser conscientes que visitarlo es quitar media jornada a un viaje plagado de bellezas que salen a recibirte casi a la misma carretera.

El Este a su manera se hace con uno enseguida tan rápido, como el cambio que vamos percibiendo en los paisajes a medida que vamos tirando kilómetros adelante. La Costa es una maravilla desierta. Sin apenas vehículos y dejando a parte los lugares de interés que digo, sólo el trayecto ya es digno de guardarlo en un rinconcito de los recuerdos en nuestros corazones.

Podemos decir que el último punto es la pequeñaja aldea de  Seyðisfjörður, pero no añadir en Cañón de Stuðlagil, delimitado en la frontera Noreste, sería no ser fiel a mis principios. Si la gente habla maravillas de un lugar, ve y comprueba si es verdad.

Partimos hacia el Norte. Un Norte lleno de sorpresas que no sólo me dejó huella, sino que acabó rompiendo unas expectativas, que ya llevaba bien altas antes de partir hacia Islandia. A medida que el viaje iba curtiéndose, me estaba dando cuenta de que este país acabaría siendo uno de mis favoritos. Al final ….  no me equivoqué.

 

Síguenos en todos nuestros artículos por Islandia