¿Qué ciudad puede ser comparada con Singapur?¿Hong Kong?¿Tokio?¿Kuala Lumpur?
De todos los lugares en los que he estado, reconozco que no soy amigo de las enormes urbes donde la contaminación llega a eclipsar el horizonte, pero Singapur es un caso especial. Con las construcciones más modernas y vanguardistas del mundo, fusiona a su modo, los estilos de vida que en ella residen. Chinos, indios, malayos y blancos, se unen en un frenesí descontrolado por comprar compulsivamente, vivir la vida en la calle y comer como en ningún lugar de Asia. Sus templos, cuidados hasta la exageración, dejan huella al que como yo, iba sin previo aviso de lo que iba a encontrar. Pero reconozcamos que la ciudad pierde impulso y personalidad cuando se intenta manejar en horas laborables, donde todo el mundo va con sus tablets, gigantescos móviles haciendo caso omiso a la vida que transcurre por delante de ellos. Dentro de muy poco, por aquí en occidente, andaremos enfrentados en la red hablándole de tú a tú, ofuscados por un último video-juego plasmado en el móvil, pasando de largo por la vida, de puntillas, sin apenas tocarla….Una lástima…

Abajo podemos ver los típicos puestos de comida en la ciudad valorados según la higiene. Con cuatro letras de la A a la D, podemos saber si el restaurante es limpio, siendo la primera letra del abecedario la superior y a menudo difícil de encontrar. Los controles sanitarios son brutales, dándote una confianza inmejorable. También podemos ver a un vendedor cortando la pestilente fruta que tanto gusta en el continente llamada (durians). Hay hoteles que incluso prohiben este consumo de fruta en su interior antes que prohibir el tabaco.



Se trata de un lugar diminuto, pero con un carácter hindú muy potente. Si me emocioné en una ceremonia india en Kuala Lumpur, rememorando mi inolvidable viaje a India, aquí todo quedaba de cara a la galería, pero esos tintes y esos templos plagados de feligreses, seguían teniendo una esencia casi palpable.

